La expresión “Qué mundo loco” la vengo escuchando ya hace varios años. Un mundo loco también vengo percibiendo en mí día a día desde que tengo memoria. Pero lo vivenciado en los últimos años, la velocidad con que sucede todo, las agendas explotadas, las múltiples actividades, los múltiples compromisos e intereses, la duración efímera de las cosas nos muestran un mundo que ya no corre, vuela.
Hay muchos acercamientos que las ciencias sociales diseñaron para analizar el entorno en que nos desarrollamos. Hay uno que hace unos años me llamó la atención, se lo mencionaba por un acrónimo llamado VUCA (significa volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad) una combinación de cualidades que, en conjunto, caracterizan la naturaleza de algunas condiciones y situaciones difíciles.
Si, vivimos en un mundo difícil con múltiples herramientas y facilidades, pero que también conviven con múltiples amenazas y complejidades. Hoy más que nunca, somos conscientes en el contexto que nos movemos y que éste no es un laboratorio científico.
El término VUCA se originó con el Colegio de Guerra del Ejército de los Estados Unidos para describir las condiciones resultantes de la Guerra Fría. Desde entonces, pero con mucha más fuerza en la actualidad, el concepto de VUCA ha sido adoptado por empresas y organizaciones para guiar el liderazgo y su planificación estratégica.
Ser conscientes de la combinación de las fuerzas representadas en el modelo VUCA y como estas impactan en nuestro accionar, nuestras decisiones y las estrategias para mitigar el daño que pueden causar son parte integral de la gestión de crisis y la planificación de la recuperación de desastres.
Hoy la pandemia a la que nos enfrentamos nos obliga a pensar nuestro mundo más VUCA que nunca, nos obliga, a cada uno, a repensar estrategias de manera urgente para poder enfrentar esta amenaza, pero también nos obliga a saber que cuando finalice la misma, deberemos estar preparados para nuevos desafíos futuros que enfrentaremos como humanidad.