Ante la imposibilidad de salir de casa para ir a nuestros lugares de trabajo, para aquellos que tenemos equipos a cargo, se presenta una pregunta relacionada con la necesidad de liderar a distancia; cómo lograr a través de herramientas que habitualmente no utilizamos, que el equipo funcione de la mejor manera posible.
Sin embargo, para poder dar respuesta a esa pregunta, es fundamental entender dónde está parado nuestro equipo, antes de incurrir en el error de creer que, la mera aplicación de ciertos tips que favorecen la gestión a distancia, harán que el mismo pase a funcionar de manera aceitada si no lo hacía cuando la gestión era presencial.
Resulta importante remarcar que, liderar un equipo de trabajo a distancia, desde ya implica realizar ciertos ajustes al modelo, pero para nada cambia la esencia. Los mismos aspectos que son clave para hacerlo de forma presencial, siguen siéndolo cuando la modalidad cambia, aunque, desde ya, deberán modificarse los medios a través de los cuales se llevan adelante. Lo que de ninguna manera debemos creer es que el cómo suple al qué.
Esto quiere decir que, si el equipo que nos toca liderar no se encuentra consolidado, por más que dispongamos de canales claros de comunicación, compartamos agendas, propongamos juegos en línea, etc., no se va a ensamblar de manera mágica. Tendremos las herramientas, pero eso no implica que los colaboradores hagan uso de ellas.
Entonces, en lugar de caer en la tentación de cumplir con el check list acerca de los pasos a seguir para liderar a un equipo a distancia, antes deberemos entender cómo está el equipo y, en función de ese diagnóstico, disponer de las acciones adecuadas al teletrabajo para abordar el escenario específico que se nos presenta. Primero, entonces, debemos leer en qué fase de su desarrollo se encuentra el equipo, identificando cómo se hallan respecto a la construcción del objetivo en común a alcanzar, cuál es la imagen que tienen de sí en tanto equipo sus miembros, cómo son los vínculos construidos entre ellos, observar cómo establecen sus comunicaciones, cómo toman decisiones y cómo abordan los conflictos que surgen al llevar a cabo la tarea, cómo se distribuyen los roles y, especialmente, la relación con el liderazgo…
Entender dónde está parado nuestro equipo nos permitirá ocupar el rol que, de nosotros, en tanto líderes, requiere el mismo. Recién ahí deberemos ver cómo lo llevamos a cabo a través de las herramientas digitales que tenemos a disposición para hacer el trabajo.
No nos olvidemos que liderar un equipo de trabajo implica, para el líder, ir desplegando una serie de acciones que lo lleven a consolidarse de manera tal que adquieran un funcionamiento que les permita afrontar la tarea de manera autónoma, para lo cual es imprescindible entender qué requiere de uno en cada momento y ser capaz de ir haciendo, a través de conductas concretas, el desplazamiento que la dinámica del equipo nos demanda.